jueves, 16 de octubre de 2008

De pluma ajena


¡Vaya par de gemelos!

La verdad es que los Coen Brothers no dejan nunca de sorprendernos. Son capaces de lo mejor y de cositas algo más flojitas. Yo, he de reconocer que siento debilidad por Muerte entre las flores y Fargo verdaderas joyas de cine negro y de humor ídem, también. Los hermanos que comparten todo menos, supongo, a Frances Macdormand, son un ejemplo de trabajo en equipo. Su última obra Quemar después de leer es una delirante comedia negra que en algunos momentos puede ser verdaderamente desternillante. El espectador que no sabe en principio de qué va la cosa no deja de preguntarse durante la primera media hora de la cinta cómo puñetas terminará la cosa. Es tal el ritmo impuesto por los Coen que casi no te da tiempo a digerir la acción. En cuanto al trabajo actoral y coral de sus protagonistas debo reconocer que es verdaderamente encomiable. Nadie destaca más que otro porque todos, a mi juicio, están que se salen. Ver a grandes astros actuar como auténticos perdedores resulta curioso cuando menos. El histriónico George Clooney, fantástico con sus inventos del TBO (el personal joven, no sabrá a qué me refiero) llega a su cenit cuando muestra su máquina sexual (no es lo que estáis pensando) a una complaciente Frances Macdormand, que no tiene otro objetivo en la vida que encontrar a “un buen hombre” y estirarse la piel hasta el infinito. Frances está soberbia como todos los demás. Brad Pitt, en su papel de macarra de gimnasio enganchado perennemente a su Ipod, resulta un “malo” de lo más simpático. Su escena con John Malkowich en el coche es de antología. Por su parte el calvito iracundo, pobre cornudo sin techo, está soberbio en su ataque con el hacha al gerente del gimnasio interpretado por Richard Jenkins (enamorado hasta las cachas de la Macdormand). Malcom interpreta dicha escena con tal realismo que deja en pañales a Leatherface (cara de cuero) de la Matanza de Texas . La actriz británica Tilda Swinton (sólo podía ser británica), pone también una nota surrealista en su affaire con el gigoló Clooney. No me gustaría olvidarme del veterano J.K. Simmons, quien en su papel de jefazo de la T.I.A, perdón, C.I.A, está inconmensurable. Los rusos por su parte logran también que el espectador no pierda la sonrisa durante toda la película.

Recomiendo esta película a aquellos que crean que no todo está visto en el cine y que el humor inteligente y el talento vengan de donde vengan deben ser bienvenidos. He dicho.
Por Wenrymore

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